Con 100 años como respaldo, Chevrolet ha sido una de las marcas automotrices que más han aportado al mundo de las carreras de autos, comenzando con la pasión de Louis Chevrolet, cofundador de la marca.
Tan solo en Norteamérica, Chevrolet ha ganado en 35 ocasiones el campeonato de constructores de la NASCAR Sprint Cup Series, convirtiéndose de esta manera en la marca con más éxitos en los legendarios óvalos. A pesar de no contar con ningún respaldo dentro del deporte motor a principio de los años 50´s, la aparición de sus pequeños bloques V8 en 1955 cambiaron su imagen rápidamente cambiando su percepción en todas las pistas.
Dicho motor demostró el potencial en cada pista en la que se presentó sumando sus primeras victorias desde su primera temporada. Su momento culminante llegó en la NASCAR Southern 500 celebrada en el súper óvalo de Derlington en Carolina del Sur en donde el piloto Herb Thomas encabezó a los siete Chevrolet V8 que terminaron en las primeras 10 posiciones.
Con dicha victoria, Chevrolet dio a conocer su potencial y cambió el rumbo de la historia aplastando a la competencia sin clemencia. A pesar de que sus motores no eran igual de potentes que los enormes V8 de la competencia, su ligereza y durabilidad mostraron un mejor rendimiento en todos sus sentidos.
Del otro lado del Atlántico Chevrolet también ha dominado una de las carreras de mayor renombre del mundo: las 24 Horas de Le Mans. Jsuto aquí con la ayuda del equipo Corvette Racing, la americana se ha llevado siete trofeos a casa.
Mas recientemente, Chevrolet también ha dejado su huella en el campeonato World Touring Car Chamionship (WTCC) con su modelo Cruze llevándose el campeonato de pilotos y de equipos en el 2010 y ahora en el 2011. Este ha sido el primer vehículo de la marca norteamericana en ser galardonada en un campeonato avalado por la FIA.
De regreso a Norteamérica, Chevrolet también tiene mucho que contar en el legendario óvalo de Indianápolis en donde se ha llevado el primer lugar en no menos de siete ocasiones entre 1988 y 2002.
Curiosamente, ninguna industria automotriz goza de una relación tan estrecha con el histórico trazado como lo puede presumir Chevrolet. Ambas instituciones tienen sus inicios en 1911.
De hecho en los primeros días de la carrera, los hermanos Chevrolet, Louis, Arthur y Gaston compitieron en las 500 Millas con máquinas diseñadas y fabricadas por ellos mismos obteniendo dos victorias consecutivas en 1920 y 1921.
Fuera de las competencias, el nombre de Chevrolet en Indianápolis también es reconocido por los Pace Cars que han resguardado la competencia desde 1948, cuando un Fleetmaster convertible de color gris se consolidó como el primer auto de dicha marca en encabezar el clásico norteamericano. Más recientemente el Camaro fungió como auto insignia del evento sirviendo también como lanzamiento del mismo.
Este es un pequeño recuento de los logros más significativos que Chevrolet ha tenido en el deporte motor a lo largo de sus primeros 100 años de vida, sin embargo estamos seguros que los números seguirán en acenso mientras existan pistas en donde se puedan llevar al límite los automóviles.
Como ya lo habíamos comprobado desde que llegara al mercado hace tiempo, el R8 es de esos deportivos que hacen todo bien, gracias a un bastidor muy bien afinado que le confiere un desempeño neutral, predecible y hasta seguro. A diferencia de otros deportivos de cepa pura como un Porsche 911 o un Lamborghini Gallardo (con el que comparte una buena cantidad de elementos mecánicos), el R8 nos hace sentir que somos casi pilotos, ya que sus reacciones no son broncas y el margen de error es incluso amplio.
Bien, todo eso que aprendimos del coupé se repite al pie de la letra en el Spyder; un coche que igual nos permite rodar al límite en un circuito, o calmadamente para desplazarnos del punto A al B.
Y es que al igual que en su hermano no convertible, el Spyder tiene un efectivo sistema de suspensión de dureza variable que con sólo pulsar una tecla, cambia de forma instantánea el comportamiento del coche, especialmente notorio a la hora de entrar en una curva o de rodar sobre asfalto irregular. Esto se consigue gracias a la utilización de amortiguadores con fluido magnetorreológico, que contiene partículas metálicas que son estimuladas a través de imanes. Este sistema también lo emplea el TT y modelos de otras marcas como el Corvette.
Desde luego, en un auto que costará poco menos de 200 mil dólares en nuestro mercado, la lista de equipamiento es muy abundante, e incluye recubrimientos de piel para asientos y tablero, aplicaciones de fibra de carbono y aluminio, interfaz MMI con sistema de navegador y sistema de audio con amplificador, climatizador, computadora de viaje y asientos eléctricos con memoria, entre otros. Como detalle curioso, el R8 Spyder tiene de serie faros de LEDs, que sustituyen a los de xenón siendo los primeros más eficientes en consumo de energía y poder lumínico.
Pero por increíble que parezca, lo mejor del R8 no es ni su estilizada figura, ni el equipamiento, sino lo que está justo detrás de los asientos. Un magistral V10 que conforme subimos de vueltas nos entrega una auténtica melodía que nos invita a hundir el pedal del acelerador una y otra vez; vamos, que no se antoja encender el estéreo en ningún momento. Este poderoso V10 de 525 hp trabaja en conjunto con una caja robotizada de un solo embrague que, aunque no hace los cambios tan rápidos como en una PDK, resulta lo suficientemente satisfactoria para mantenernos con una permanente sonrisa en la cara.
Otro aspecto que también se puede destacar del R8 es el sistema de frenos, dotado de enormes discos perforados en las cuatro esquinas y pinzas de ocho pistones en el tren delantero. Un sistema que probamos en pista y que nos dejó maravillados por su interminable resistencia a la fatiga y su capacidad de recuperación. Y si ese excelente sistema no le parece suficiente (que seguro lo será para el 95% de los compradores), se ofrece como una opción de 14 mil dólares el irrompible e invencible sistema de discos carbonocerámicos, libres de fatiga y con una vida útil estimada en 300 mil kilómetros.
El máximo exponente de deportividad de Audi está en México, y listo para hacer frente a rivales de la talla de Porsche 911 Turbo y alguno que otro rezagado F430; ambos descapotables.
Como ya lo habíamos comprobado desde que llegara al mercado hace tiempo, el R8 es de esos deportivos que hacen todo bien, gracias a un bastidor muy bien afinado que le confiere un desempeño neutral, predecible y hasta seguro. A diferencia de otros deportivos de cepa pura como un Porsche 911 o un Lamborghini Gallardo (con el que comparte una buena cantidad de elementos mecánicos), el R8 nos hace sentir que somos casi pilotos, ya que sus reacciones no son broncas y el margen de error es incluso amplio.
Bien, todo eso que aprendimos del coupé se repite al pie de la letra en el Spyder; un coche que igual nos permite rodar al límite en un circuito, o calmadamente para desplazarnos del punto A al B.
Y es que al igual que en su hermano no convertible, el Spyder tiene un efectivo sistema de suspensión de dureza variable que con sólo pulsar una tecla, cambia de forma instantánea el comportamiento del coche, especialmente notorio a la hora de entrar en una curva o de rodar sobre asfalto irregular. Esto se consigue gracias a la utilización de amortiguadores con fluido magnetorreológico, que contiene partículas metálicas que son estimuladas a través de imanes. Este sistema también lo emplea el TT y modelos de otras marcas como el Corvette.
Desde luego, en un auto que costará poco menos de 200 mil dólares en nuestro mercado, la lista de equipamiento es muy abundante, e incluye recubrimientos de piel para asientos y tablero, aplicaciones de fibra de carbono y aluminio, interfaz MMI con sistema de navegador y sistema de audio con amplificador, climatizador, computadora de viaje y asientos eléctricos con memoria, entre otros. Como detalle curioso, el R8 Spyder tiene de serie faros de LEDs, que sustituyen a los de xenón siendo los primeros más eficientes en consumo de energía y poder lumínico.
Pero por increíble que parezca, lo mejor del R8 no es ni su estilizada figura, ni el equipamiento, sino lo que está justo detrás de los asientos. Un magistral V10 que conforme subimos de vueltas nos entrega una auténtica melodía que nos invita a hundir el pedal del acelerador una y otra vez; vamos, que no se antoja encender el estéreo en ningún momento. Este poderoso V10 de 525 hp trabaja en conjunto con una caja robotizada de un solo embrague que, aunque no hace los cambios tan rápidos como en una PDK, resulta lo suficientemente satisfactoria para mantenernos con una permanente sonrisa en la cara.
Otro aspecto que también se puede destacar del R8 es el sistema de frenos, dotado de enormes discos perforados en las cuatro esquinas y pinzas de ocho pistones en el tren delantero. Un sistema que probamos en pista y que nos dejó maravillados por su interminable resistencia a la fatiga y su capacidad de recuperación. Y si ese excelente sistema no le parece suficiente (que seguro lo será para el 95% de los compradores), se ofrece como una opción de 14 mil dólares el irrompible e invencible sistema de discos carbonocerámicos, libres de fatiga y con una vida útil estimada en 300 mil kilómetros.
El máximo exponente de deportividad de Audi está en México, y listo para hacer frente a rivales de la talla de Porsche 911 Turbo y alguno que otro rezagado F430; ambos descapotables.
Y es que no importa si se trata de modelos conceptuales o de producción. El tema es que los tres grandes de Detroit han hecho un gran esfuerzo para demostrar a las multitudes que lo mejor está por venir, y que no se queda en planes o promesas, sino realidades tangibles que se concretarán en el corto plazo.
El tema verde sigue vivo, de eso no hay duda. Pero eso no quiere decir que sea el máximo objetivo de las marcas ahora mismo. Y con ello queremos decir también que se ha buscado inyectar más emociones que antes, y emociones que van ligadas al diseño, la potencia, tecnología, equipamiento y demás elementos del coche, no necesariamente –por ahora- el consumo de combustible.
Por el contrario, se han centrado mucho en los motores y lo que son capaces de ofrecer en materia de sensaciones y capacidades dinámicas a sus propietarios. Y ninguna marca se salva. Chrysler, por ejemplo, dejó claras la cosas con su Dart, que entre sus detalles incluye un motor turbo y una venidera caja automática de nueve, sí nueve, velocidades. Es cierto que será frugal, pero también muy rápida y divertida. Mientras, en el otro extremo del espectro quedó clara la importancia que el grupo le ha dado a Mopar, su división de alto desempeño que, entre otras novedades, ofrece para el Charger un motor opcional de 7.0 litros, fabricación total en aluminio y 590 caballos de potencia. ¿Coches verdes? Por el momento no gracias.
Ford no se aleja, y además de su largamente admirado y comentado Fusion, calladamente presenta la versión más picante del Shelby en su variante para tomar el sol, que tiene bajo el cofre un V8 supercargado de 5.8 litros y nada menos que 650 caballos. ¿Y los híbridos? Esos hay que dejarlos bajo el cofre del Fusion, porque este Mustang promete más emociones que nunca desde 1964 y medio.
Claro que GM no se puede hacer a un lado, y además de recordar a la gente que en su gama hay modelos tan frugales como el Spark, tienen bestias de 580 caballos dispuestos a robar no solo miradas, sino también la atención incluso de los más conservadores. ¿Alguien notó en un rincón al Camaro ZL1 con su paquete de fibra de carbono y sus salidas cuádruples de escape? Bueno, incluso hubo un Sonic RS, con toda la “farmacia” de la división deportiva de la casa, dispuestos a quemar llanta aunque se trate de un hatch subcompacto de origen sencillo. Ni hablar de conceptos como el Code 130R que incluso comparte ciertos emblemas con el Corvette, dejando claro que la intención de GM es la de inyectar pasión y adrenalina en modelos que bien podrían quedarse sólo en el apartado “eficiencia”, aunque no necesariamente emociones. Pues bien, el Code promete cambiar las cosas.
Falta mucho para que todo lo visto hoy se materialice. Es más, mucho ni siquiera alcanzará la producción en serie, pero lo valioso aquí es que servirá de inspiración para que, como nunca antes en su historia, los autos norteamericanos sean más atractivos y cumplidores que antes, entendiendo de forma mucho más clara que si no seducen al comprador más allá que sólo en la cartera, el futuro no puede ser del todo brillante. Bien por el primer gran Salón del 2012. Buenas cosas están por venir
Del número CERO al 200, la historia moderna del automóvil en México
Por Juan Hernández-Luike, primer director de Automóvil Panamericano
Recupero un pequeño espacio de AUTOMÓVIL PANAMERICANO, por invitación de Hector Ocampo su actual director, para celebrar con sus lectores la bienvenida del número 200. En la primavera de 1994 comenzamos a estudiar desde España el lanzamiento de una nueva revista de coches en México y tuve la suerte por encargo de la empresa recien creada, Motorpress-Luike-Televisa S.A. de C.V. de formar un equipo de entusiastas durante aquel otoño de 1994 para lanzar AUTOMÓVIL PANAMERICANO. Algunos personas siguen al pie del cañon como Gilberto Samperio y cuenta hoy con nuevos periodistas y excelentes profesionales que mantienen el espíritu con el que iniciamos este mensual: rigor informativo, profusión de datos y documentar a los lectores con la mejor información que le proteja y complemente en el uso y disfrute de su vehículo preferido o su herramienta de trabajo.
Cuando en diciembre de 1994 presentamos el número CERO de AUTOMÓVIL Panamericano en el Hotel Nikko, sólo cinco marcas vendían sus coches en México más Mercedes Benz que estaba en su albor mexicano. Volkswagen era el líder indiscutible con el Vocho en cabeza, tener un Jetta era de lo más fresa. Nissan ocupaba el segundo lugar con el Tsuru, el primer Tsuru, y la pick-up estaquitas resultaba la mejor alternativa como vehículo laboral, los Altima hacían una tímida entrada. Tras la alemana y la japonesa venían las Tres Grandes (así eran conocidos, y de verdad lo eran... que tiempos aquellos). GM arrasaba con su Cutlass, Ford con el Topaz y Chrysler con el Spirit, asomaban por la puerta el Cavalier y Chevy, Mystique y Escort, Neon y Stratus y otros coches y marcas. BMW, Honda, Seat, Renault, Peugeot... El automóvil definitívamente había regresado a México con todo su esplendor y en AUTOMÓVIL PANAMERICANO éramos protagonistas de primera fila.
Pero antes de ese momento de expansión las pasamos realmente difíciles para crear cada número de Automóvil. Recuerdo perfectamente una anécdota con Chrysler de México que dibuja el panorama que nos encontrábamos en cada marca, la situación fue la siguiente:
Reunión en Chrysler de México, me acompañan a presentar la revista el Presidente del grupo español Enrique Hernández-Luike, el Presidente de Editorial América Don Gustavo González Lewis (actual Editorial Televisa) y el Consejero del Grupo Televisa Javier Toussaint. El encuentro tuvo lugar en las oficinas y fábrica de Chrysler en la calle Lago Alberto del Distrito Federal, con su Presidente y Director General, el Ingeniero Don Carlos Lobo, (le pongo el Don porque sólo su aspecto ya imponía mucho respeto), Polo Silva, Director de Comunicación y Relaciones Públicas y el Ing. Mario Medina, Director de Ingeniería y Calidad. El salón donde celebrábamos nuestra junta era de techo bajo, muy poco iluminado, sin ventanas al exterior, sólo unas cristaleras que daban a un pasillo y estaban totalmente cerradas con persianas, nos sentamos los 10 que eramos alrededor de una mesa larga y estrecha como para unas 20 personas.
En momento de nuestra presentación, prácticamente sólo hablaba yo, me dirigía casi en exclusiva al Ingeniero Lobo; Polo y Mario me miraban entre extrañados y sorprendidos mientras el Presidente siempre tras sus gafas oscuras a pesar de la penumbra, me decía a todo que no.
- ... haremos pruebas de sus coches, decía yo
- ¿qué coches? me respondía él, si no disponemos de coches para la prensa
- ¿ninguno...? le respondí con total incredulidad, cualquiera que esté rodado y con no mucho uso, que esté bien de pintura para las fotos
- para probar... sólo disponemos de los de nuestro staff y todos llevan la leyenda en los laterales: ESTE COCHE ES PROPIEDAD DE CHRYSLER DE MÉXICO, como diciendo no te van a servir.
- lo quitaremos con Photoshop, sólo necesitaremos los coches por una semana para probarlo, fotos, montar nuestro Correvit... (equipo de medición de datos)
- ¿una semana? imposible, los cohes deben de dormir aquí cada noche, por ley afirmo rotundo.
- no importa, vendremos cada mañana a buscarlo y lo dejaremos en la tarde
Las solicitudes continuaron por mi parte ante la constante negativa del Ingeniero Lobo, al final concluí por proponer
- OK, no importa, siendo tan dificil compraremos los coches.
En ese momento mi Presidente de España, el de Editorial América y el de Televisa, me miran y sorprendidos pero apoyándome asienten casi al tiempo. Polo Silva interviene y de alguna manera acepta el reto y comenta que propondrá una solución válida.
A pesar de ello el primer coche de Chrysler que probamos, un Neon, como de otras marcas no lo compramos, pero si tuvimos que recurrir a alquilarlos, las arrendadoras entonces disponían de los coches casi antes que los propios distribuidores.
Automóvil Panamericano vio la luz a finales de enero de 1995, ya han pasado 200 números, 200 cierres y muchos kilómetros recorridos con los mejores coches del mundo y de México para llevarles el mejor soporte editorial que tras once añós de existencia continua con el liderazgo y haciendo una excelente revista, programa de radio y página Web.
Felicidades a todo el equipo y a los lectores que se iniciaron conmigo en la dirección de la revista y continuan ahora con la de mi buen amigo Hector y todo su staff.