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Decidimos emprender el regreso a México desde Whitehorse, Yukon, Canadá, el 24 de diciembre, pues que mejor manera de celebrar Noche Vieja que viajando a bordo de una Amarok prácticamente nueva. Especialmente para nuestro ganador, quien se puso al volante a las pocas horas de iniciada la jornada.
La meta era llegar a Dease Lake, a poco más de 600 km, lo cual nos llevó un poco más de ocho horas, pues manejar sobre una carretera nevada no es tan fácil como hacerlo sobre asfalto, a pesar de que de esta pick-up se agarra al suelo como pocas. El viaje transcuyó sin mayores incidentes, fuera de ver una cantidad de vida silvestre que da gusto: zorros, coyotes, renos, venados y unos primos de los renos que acá llaman elk.
Donde la cosa se puso peliaguda fue por la noche, pues al llegar a Dease Lake nos enteramos que no había nada abierto, fuera del hotel, lo cual para nosotros solo significó una cosa: no habría donde cargar combustible hasta el 26, cuando muy pronto.
Afortunadamente aquí fue donde comprobamos las maravillas de viajar con un motor diesel, obteniendo un excelente rendimiento de casi 13 km/l… aunque no fue suficiente para llegar a la próxima estación de servicio y, de no ser porque viajamos con bidones de diesel como precaución, nos hubiéramos quedado varados, con un panorame espectacular, pero a mitad de la nada.
Tras la poco ortodoxa recarga de diesel, nos pusimos nuevamente en marcha con la esperanza puesta en que hubiera algún canadiense que trabajara el 25 de diciembre, y lo encontramos casi 150 km más adelante, en una estación de esquí … ¡atendida por una alemana!
Tras recargar combustible –tanto nosotros como la Amarok (con un bidón extra por si las dudas, aprendimos la lección)- seguimos nuestro camino sobre la carretera 37 de Canadá, nevada de principio a fin. Una experiencia inolvidable por los paisajes, la temperatura –tres bajo cero, caliente para los locales- y la confianza de saber que la Amarok nos lleva seguros de regreso a casa (alabada sea la doble tracción, el control de estabilidad y las llantas de nieve) y sin quejarse, aunque la matemos un poco de hambre.
Tras dejar las alfombras de concreto, volvimos a constatar que la Amarok tiene lo mejor de dos mundos, pues tiene la capacidad de carga de una pick up –aunque la caja no sea la más amplia del mercado-, al tiempo que se maneja muy fácilmente, casi como un auto, a pesar de ir cargada, en ondulantes caminos montañosos.
Los paisajes de Yosemite son sobrecogedores, pues las formaciones rocosas de más de cien metros de altura imponen bastante. Especialmente porque los caminos de Yosemite están diseñados de tal forma que subes cientos de metros en pocos kilómetros, donde pudimos probar el corto radio de giro de la Amarok y su buen comportamiento en curvas cerradas. Siempre dentro de los estrictos límites de velocidad, claro.
Pocos kilómetros más adelante nuestros pasos nos llevarían al Parque Nacional de Sequoia-Kings Canyon, una tierra de gigantes donde árboles de más de ochenta metros de altura dominan el paisaje como centinelas de tiempos inmemoriales, pues son árboles con más de 2,000 años de vida. Toda una lección de humildad que nos recordó sobre lo pequeños que somos y el poco tiempo que estamos sobre la tierra. Incluso la Amarok se sentía diminuta al lado de estos gigantes del bosque.
En teoría, en esta época habría mucha nieve en el parque y tendríamos muchos caminos técnicos para seguir probando las virtudes todoterreno de la Amarok, pero el invierno más caliente de los últimos años nos dio carreteras en perfecto estado, el mayor obstáculo que encontramos fue un deslave de rocas, aunque con la tradicional eficiencia norteamericana, el camino ya se encontraba desviado y con letreros que indicaban de cuánto tiempo sería la demora.
Allí nos despedimos de los caminos “rurales” con un atardecer espectacular, de esos momentos en que la naturaleza parece ‘rogarte’ que la contemples, por lo que nos detuvimos en un área de descanso para deleitarnos con el sol ocultándose tras las montañas tiñendo el cielo de rojo.
Salimos del DF y nos enfilamos rumbo a Puebla y Veracruz. Al llegar a Maltrata pudimos tomar una imagen en los túneles que cortan la montaña, las luces amarillas pintaban el camino de la Amarok, y una vez sorteada la montaña comenzamos a bajar y aumentó la temperatura, por lo que decidimos detenernos un momento a disfrutar de una deliciosa agua de piña muy acorde al color de nuestra camioneta, encontrándonos con el primer atardecer de esta travesía.
Pasamos por Minatitlán y Coatzacoalcos hasta llegar a Tabasco, donde decidimos enfilarnos hacia Palenque y llegar a Cancún por la ruta interna. Chiapas nos recibió con un incremento de grados, lo que inmediatamente hizo necesario un vaso de Pozol.
Rumbo a las ruinas, yacía una camioneta abandonada que seguramente guarda un sinfin de historias, justo como las que ha ido acumulando nuestra Amarok. En el estacionamiento del mismo lugar, los niños locales quedaron impactados con la camioneta haciéndonos todo tipo de preguntas.
En el camino a las Cascadas de Agua Azul el Amarok no tuvo dificultad alguna para llegar a lugares complicados y lograr increíbles postales en esta imponente maravilla natural del estado de Chiapas. Resultó muy grato ver que mucha gente está enterada del operativo por medio de Automovilonline, lo que inmediatamente se convirtió en una oportunidad de fotografías para el recuerdo de propios y extraños, incluso una pequeña fan se tomó una foto en el cofre de la camioneta, combinando a la perfección su vestido amarillo.
La escala valió la pena ya que pudimos visitar las ruinas de la antigua ciudad maya de Palenque, un sitio impresionante enclavado en la selva lacandona, fundada alrededor del año 100 a. C. Vestigios enigmáticos que confirman los admirables conocimientos arquitectónicos, astronómicos y matemáticos de esta joya del pasado prehispánico que nos define como mexicanos.
La última etapa en territorio canadiense fue mucho más sencilla que las anteriores, pues al dirigirnos hacia el sur, las condiciones del camino eran cada vez más favorables, encontrando menos hielo sobre el pavimento. Aunque esto no significó menos concentración al volante, pues por momentos apareció el tristemente célebre “hielo negro”, que es poco visible y resbaloso como pocos.
Pero justo cuando pensamos que la nieve era cosa del pasado, las montañas canadienses nos tenían reservado un último encuentro con un camino completamente nevado, aunque nada similar a lo que experimentamos en la carretera 37, que resultó meramente anecdótico, pues a bordo de la Amarok lo surcamos con aplomo y seguridad. Aunque había suficiente nieve como para encontrarnos a varios amantes de las motonieves alistándose para atacar la montaña en una zona de descanso.
Algo que vivimos frecuentemente en Canadá fue un notorio interés por la Amarok, recibiendo constantes preguntas de los viajeros que cruzábamos en las gasolineras o en la carretera, donde nos levantaban el pulgar en señal de aprobación. Incluso nos encontramos con un Porsche Cayman que, haciéndola de paparazzi, fotografió la Amarok por delante y por atrás mientras viajábamos por la carretera. Tras decidir conocer Seattle en lugar de Vancouver, nos dirigirnos a la frontera con Estados Unidos, donde los oficiales del Custom Border Patrol se mostraron curiosos sobre la Amarok, intrigados por el hecho de que hubiera una pickup Volkswagen y si ésta llegaría a su país.
El estado de Washingto, en el noroeste de Estados Unidos, nos recibió con una lluvia implacable, lo cual no nos impidió enfilarnos hacia el Public Market de la cuidad a recargar nuestros “tanques de combustible”, pues la Amarok tenía una autonomía más que suficiente para llevarnos a nuestro destino en Portland, ya en el estado de Oregon, a pesar de que la anterior recarga de diesel la hicimos en la ciudad de Kamloops, aun en territorio canadiense. En Portlando pasamos la noche antes de acercarnos a nuestro siguiente destino, el famoso parque nacional de Yosemite.
El calor se puede disipar con un buen sistema de refrigeración, el frío es más complicado de atenuar y a medio y largo plazo, mucho más dañino para el motor. El proceso de calentar el motor a 25 grados bajo de temperatura ambiente puede llevar más de una hora. En ese tiempo, los desgastes internos son muy altos pues las piezas no han dilatado suficiente como para que el ajuste de las mismas sea idóneo. Tampoco el aceite, a pesar de haber puesto un SAE 5 W, no fluye igual de bien, y por si esto fuera poco, las piezas metálicas pierden resistencia y se pueden quebrar con mayor facilidad. También el diesel puede llegar a complicar la vida de un motor. A muy bajas temperaturas, este combustible puede crear algunas partículas de parafina y obstruir las líneas de alimentación. Parece que por estas latitudes el combustible está ya preparado para que eso no ocurra, pero de cualquier forma el peligro está. La batería es otro de los elementos más comprometidos con este clima. El frío adelanta mucho más la “vejez” de este elemento y en cualquier situación puede perder toda su carga en pocos minutos. Para la ocasión, hemos comprado un accesorio que no es otra cosa que una especie de funda protectora con una resistencia eléctrica que se conecta a la red domestica cuando el auto se encuentra estacionado.
Por eso, y por la distancia y por el tipo de carreteras que estamos recorriendo, esta prueba supone un reto enorme para la Amarok, que con su motor TDI de última generación esta mostrando que lo puede todo.
Un día muy relajado para la comitiva que se dirige hacia Inuvik para probar la VW Amarok a -40C° ya que de Great Falls, Montana en Estados Unidos a Calgary, Alberta en Canadá son poco más de 500 kilómetros. Nada que asuste a los pasajeros que han hecho mucho más en días anteriores.
La parada en Calgary tenía el objetivo de completar otros preparativos para enfrentar con todas las herramientas posibles. El principal de ellos, conseguir los mejores neumáticos de nieve para nuestro vehículo y tras algunas horas de búsqueda y varios lugares visitados finalmente encontramos la medida que necesitaba la VW Amarok.
Para nuestra sorpresa, en más de un lugar nos indicaron que no tenían esa llanta por que los inventarios se les habían acabado. Preguntando un poco más descubrimos que en estas épocas en Calgary hay mucha más nieve y frío que el que nosotros experimentamos y que los locales cambian a este tipo de ruedas a finales del mes de octubre.
Mañana nos dirigimos a Prince George, en la Columbia Británica para dar por cerrada la lista de preparativos el lunes por la mañana y continuar con esta aventura de la que podrán leer más todos los días.
El 25 de marzo será el debut de la nueva generación de la Chevrolet Colorado, hermana de la Isuzu D-Max que goza en varios mercados de un buen posicionamiento en el segmento de las pick-ups medianas, en donde compiten también la Ford Ranger, la Mazda BT-50, la Mitsubishi L200, las Nissan Frontier y la Volkswagen Amarok.
Será en el Salón de Bangkok, Tailandia, en donde Chevrolet muestre su novedad, pues este país se ha vuelto un especialista en este tipo de vehículos. La nueva Colorado saldrá a la venta más tarde este año.
Más información será publicada tras el lanzamiento oficial.
Con una temperatura de -15C° y tras las fotos obligadas en el pueblo de Jackson, Wyoming conductor y pasajero se dieron a la tarea de bordear por fuera todo el parque nacional de Yellowstone para llegar a la entrada norte del mismo y poder entrar a Mammoth Hot Spring, un conjunto de geiseres que no podíamos dejar pasar.
Caminos revirados con hielo y nieve, así como mucho tránsito causado por camiones hicieron que el viaje se alargara más de lo común, aunque esto nos permitió ver con más calma una cantidad increíble de grandes paisajes. Al acercarnos a Yellowstone la noche nos había alcanzado y por desgracia los caminos estaban cerrados al tránsito de vehículos con ruedas - las moto de nieve están permitidas-.
Vale la pena mencionar que en la búsqueda de la foto perfecta y estas condiciones de caminos casi se atasca la VW Amarok, pero con un poco de pericia y cuidado, el suceso no tuvo mayores consecuencias.
Tras la noticia del cierre del parque, la VW Amarok y sus pasajeros regresaron algunos kilómetros sobre sus pasos y tomó el camino a Great Falls, Montana a sólo unas horas de la frontera con Canadá para pasar la noche y salir a tempranas horas para aprovechar mejor el día.
Un día muy relajado para la comitiva que se dirige hacia Inuvik para probar la VW Amarok a -40C° ya que de Great Falls, Montana en Estados Unidos a Calgary, Alberta en Canadá son poco más de 500 kilómetros. Nada que asuste a los pasajeros que han hecho mucho más en días anteriores.
La parada en Calgary tenía el objetivo de completar otros preparativos para enfrentar con todas las herramientas posibles. El principal de ellos, conseguir los mejores neumáticos de nieve para nuestro vehículo y tras algunas horas de búsqueda y varios lugares visitados finalmente encontramos la medida que necesitaba la VW Amarok.
Para nuestra sorpresa, en más de un lugar nos indicaron que no tenían esa llanta por que los inventarios se les habían acabado. Preguntando un poco más descubrimos que en estas épocas en Calgary hay mucha más nieve y frío que el que nosotros experimentamos y que los locales cambian a este tipo de ruedas a finales del mes de octubre.
Mañana nos dirigimos a Prince George, en la Columbia Británica para dar por cerrada la lista de preparativos el lunes por la mañana y continuar con esta aventura de la que podrán leer más todos los días.
Las fotos oficiales de nuestro paso por Denver hicieron que la salida de esta ciudad fuera a hora tardía y a pesar de ello conductor y pasajero se hicieron a la tarea de llegar al Parque Nacional de Yellowstone para empezar a hacer pequeñas pruebas con la VW Amarok en caminos nevados y con hielo.
En el camino, se decidió cambiar de ruta por una más corta pero que nos haría pasar carreteras secundarias. Esta decisión se convirtio en un recorrido increíble y a la vez retador para los aventureros. Tras algunas horas el sol desapareció en el horizonte siendo apenas las 5:30 de la tarde y el ritmo se mantuvo hasta que la comitiva entro en un camino boscoso, con mucha nieve y hielo en el pavimento.
Esto obligo a poner el 4x4 en la Amarok, a aprovechar al máximo la iluminación disponible y a manejar con mucha prudencia y delicadeza al volante. Tras algunas horas así, el GPS nos dirigió a un pequeño pueblo que lo único que tenía abierto era la gasolinea solo iluminada para el autoservicio. Esta localidad estaba completamente cerrada por la temporada invernal que comenzó hace algunas semanas.
No hubo más que regresar y retomar el camino hasta Jackson, Wyoming para hacer un segundo intento de acercarnos a Yellowstone en nuestro paso hacia Calgary, Canadá el día de mañana.