A pesar que existe un montón de hechos y datos que demuestran que beber y conducir puede provocar gravísimos accidentes, y a pesar de todas las campañas enfocadas en evitarlo, el consumo de alcohol y ponerse al volante sigue siendo un gran problema en Estados Unidos. Un estudio realizado por la National Highway Traffic Safety Administration, muestra que el ocho por ciento de los estadounidenses admitió beber y conducir, al menos una vez durante el último año. Esto significa que cerca de 17 millones de conductores representan un potencial peligro.

Para ayudar a combatir a este creciente problema, la NHTSA ha lanzado su informe anual acerca de los conductores ebrios y una nueva campaña denominada Drunk Driving. Over the Limit. Under Arrest. (Manejar Borracho. Sobre el Límite. Bajo Arresto). La campaña será apoyada por una inversión de $13 millones en anuncios de la NHTSA, mientras que habrá una importante ofensiva policial, especialmente en la semana del Día del Trabajo.

El máximo jefe de la NHTSA, Ray LaHood subraya el hecho de que beber y conducir es una amenaza real a los conductores en todas partes y señaló: "Vamos a seguir haciendo todo lo posible por detener a los conductores ebrios y así evitar tragedias innecesarias".

Una tendencia preocupante es la implicancia de conductores de 16 a 20 años de edad. Mientras que la mayoría de estos no admite conducir ebrios, los que confesaron, señalaron que consumen unas seis o más bebidas alcohólicas en algún establecimiento antes de conducir.