Aston Martin Rapide S: contacto en Europa

Publicado el 03/04/2013 04:15

En Aston Martin dieron muchas vueltas hasta que culminaron una obra de arte como la del Rapide. Se habló durante años del cuatro puertas de la firma de Gaydon, pero se hizo esperar más de la cuenta. El primer prototipo no lo vimos hasta el Salón del Automóvil de Detroit en 2006, pero tardó casi cuatro años más hasta que el Rapide —nombre que le viene del Lagonda Rapide de principio de los ´60 que empleaba la plataforma y mecánica del DB4— llegó a la calle. Estaba basado en el DB9 y hay que reconocer que hicieron un gran trabajo. Es sin duda el sedán cuatro puertas más bonito y espectacular del mercado y, ni Porsche Panamera ni Maserati Quattroporte pueden hacerle sombra en este sentido.

Pero en Aston Martin necesitaban hacer algunas “reformas” en su Rapide y han aprovechado la coyuntura para incrementar su potencia, sus prestaciones y, por tato, sus sensaciones. Pensando en el mercado norteamericano con duras normativas de seguridad y ante la competencia europea que también está pegando fuerte, la firma británica tenía que mejorar el sistema de colisión contra peatones.

Han rediseñado el frontal ligeramente con algo más de abombamiento en el cofre —que a simple vista casi no se nota— y el motor se ha desplazado 19 mm más abajo, retrasándolo un poco más, de manera que quede más cámara de aire entre ambos elementos y en caso de golpe a la cabeza de un peatón, pues éste sufra los mínimos daños posibles. Además, la parrilla del frontal también se ha recolocado ligeramente, para poder salvar el uso del metal en la misma. Porque de no ser así, hubiesen tenido que emplear el plástico y para Aston Martin eso hubiese sido una aberración. Como nos dijo el director de diseño de la marca Marek Reichman “si algo parece que es aluminio, es que es aluminio; si parece que es fibra de carbono, es que es fibra de carbono. No se simulan materiales nobles con plásticos. En Aston Martin todo es verdadero y auténtico”.

 

Mecánicamente también sabían que había que mejorar un poco, porque la competencia aprieta fuerte. Así que para el nuevo Rapide S, que es como pasa a denominarse ahora el renovado sedán de la marca, se incrementa la potencia del impresionante V12 de 6 litros de los 477 de su antecesor a los 558 HP… ¡casi nada! Y eso que lo hacen con una mecánica de buen rendimiento pero algo anticuada por su empleo de la inyección de gasolina indirecta, cuando las modernas de inyección directa ofrecen más posibilidades.

Por supuesto que las prestaciones se han mejorado, con 3 décimas en el 0 a 100 km/h y 11 km/h en la velocidad máxima. Aunque quizás donde se haya echado el resto haya sido en la suspensión. El bastidor se ha trabajado a fondo para asimilar el incremento de potencia. No se podían dejar las cosas como estaban, porque aumentar un 15% el rendimiento de una mecánica no es para tomarlo a la ligera. El Rapide S corre más que el Rapide anterior y hay que tomar medidas apropiadas con una amortiguación de control electrónico que permite tres programas de comportamiento: Normal, Sport y Track. Además las estabilizadoras son más gruesas y los elementos de la suspensión más duros, aunque solo lo suficiente para dejarlo bastante cómodo. Esto siempre refiriéndonos a la posición Normal, ya que las Sport y, sobre todo la Track, ya no resultan tan confortables.

Para la vida diaria lo mejor es llevarlo siempre en la posición Normal, ya que la amortiguación pilotada se encarga de comportarse adecuadamente según la conducción que estemos haciendo. Curiosamente no parece un coche que puede llegar a pesar 2.2 ó 2.3 toneladas dependiendo de los cuatro ocupantes. Parece más ligero de lo que es y su comportamiento es de un verdadero deportivo. No es un Vanquish, pero no le anda lejos. La potencia de los frenos también es excelente, aunque nos queda la duda de si se agotarán —algo que no pudimos comprobar en nuestra toma de contacto—; resulta sorprendente que no se ofrezcan ni en opción los frenos cerámicos, que garantizarían una mayor longevidad y aguante.

 

Otro detalle es que la caja no es de doble embrague, sino automática, acoplada a una propulsión posterior. No es lo más avanzado tecnológicamente pero es muy eficaz. No se echa de menos porque los cambios son muy rápidos y el manejo con las levas tras el volante es perfecto. Llama la atención los robustos controles a modo de teclas en el tablero para seleccionar el modo de programa del cambio. Porque todo en Aston es de máxima calidad y el interior es de una factura impecable. Difícil de igualar y, sobre todo, con una clase que nadie se atreve a discutir. Hasta sentado en las plazas traseras se comprueba que se va en un auto muy especial. Los asientos son como los delanteros, tipo baquet individuales posicionados muy bajos. Se va muy cómodo y personas de hasta 1.95 m pueden ir sin tocar con la cabeza en el techo y las piernas en el respaldo del asiento delantero.

Resumiendo, el Rapide S ha mejorado a su antecesor no solo en potencia y prestaciones, sino en un bastidor mucho mejor puesto a punto. Estéticamente cambian algunos detalles, pero hay que reconocer que una silueta así es muy difícil de mejorar. La elegancia de un Aston Martin cobra su máxima expresión en esta versión de cuatro puertas, cuatro plazas… y con una buena cajuela. Porque el Rapide S demuestra que no hay por qué renunciar a nada.

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