Lamborghini Aventador: visita a la fábrica de Sant'Agata Bolognese

Publicado el 17/05/2011 05:15

En esta fábrica de una limpieza clínica, manos expertas y enguantadas superponen hojas de fibra de carbono que constituyen los diferentes elementos de la osamenta del Aventador LP700-4. Marco Camertoni, el patrón voluble de esta fábrica high-tech, especializada en CFRP (plástico reforzado de fibra de carbono), no escatima en explicaciones cuando habla de su bebé. Da la impresión de que nos quiere dar todos los secretos de fabricación de este Lambo que, por primera vez, adopta una estructura monocasco de dicho material exótico y ultra resistente.

 

Varios de estos secretos son la temperatura de los rodillos de fibra de carbono, que están almacenados a -18°C para una mejor conservación; las matrices, también compuestas de carbono, insensibles a las variaciones de temperatura; los refuerzos de resina o de espuma de algunas partes de la estructura; el paso por el horno o al autoclave según las piezas; el ensamblado final del techo y de la cabina para formar solo un cascarón resistente y ligero; los otros páneles de carrocería que están hechos de aluminio embutido y, para acabar, las dos celosías, unas armaduras tan complejas como la torre Eiffel, sobre las cuales se anclan posteriormente el tren delantero que incluye una suspensión sacada de la Fórmula 1 y el conjunto de la caja-motor colocado atrás.

Todos esos esfuerzos no tienen más que una meta: aligerar el Aventador unos 100 kilos en relación a su hermano mayor ofreciéndole además una rigidez excepcional. Del lado del carbono, Lamborghini no está a prueba. Nos acordamos del Countach Evoluzione de 1987, un prototipo sin continuación tramado por un cierto Horacio Pagani, autor del espectacular Zonda (1999) y del reciente Huayra (2011).

Una vez verificados los ajustes por computadoras y láser, pero también visualmente en un túnel de luz, la carrocería del Aventador sale de esta unidad especial para encontrar la línea de montaje clásica común “a la Gallardo“ en un edificio adyacente. En ese lugar, el último Lambo es pintado antes de recibir todo lo que le falta para rodar, como su V12 y los asientos de fina piel.

FIEL A LA TRADICIÓN

Los primeros modelos construidos para el lanzamiento en el Salón de Ginebra 2011 están cubiertos de un tinte susceptible que hace honor al prototipo P400, igualmente expuesto en Ginebra pero en 1966 y que se convertiría enseguida en el Miura, sólo que en 46 años la carrocería ha cambiado del color de una mandarina dulce al de una naranja madura y, bajo el cofre, el V12 dobló la apuesta, de 350 a 700 caballos.

Sobre el papel, el corazón del Aventador parece ser una enésima evolución del V12 del Murciélago, motor del que los orígenes datan de principios de los años sesenta, obra ajustada por Giotto Bizzarrini para el primer Lamborghini 350 GT. Pero la marca de Sant’Agata Bolognese asegura que, al igual que la estructura monocasco de carbono, la mecánica del LP700-4 es de concepción 100% nueva.

Si las dos filas de cilindros están siempre abiertas a 60°, la calibración y trayectoria difieren. Sorprendentemente, este nuevo 6.5 litros V12 omite la esperada inyección directa, incompatible, según Lamborghini, con las futuras normas Euro 6 en vigor en septiembre 2014; las emisiones de partículas estarían en efecto en sobrenombre. Sin embargo, los esfuerzos fueron llevados en el enfriamiento, la lubricación y el consumo, con 5.81 km/l anunciados, el Aventator se aproxima al Gallardo LP560-4 (6.8 km/l), mientras que el Murciélago LP640-4 “de base” rinde 4.61 km/l.

En lo que concierne a la trasmisión, el nuevo Lambo hace un llamado al sistema Haldex, que reparte la potencia a las cuatro ruedas. La caja robotizada de 7 velocidades asegura cambios en 50 milisegundos en modo Deportivo. Para obtener ese tiempo récord, el constructor italiano escogió el dispositivo ISR (Independent Shifting Rod).


Este permite sacar un cambio y encadenar el próximo simultáneamente, en vez de realizar esta acción en dos tiempos. Gracias a esto promete lograr una aceleración de 0 a 100 km/h en un tiempo oficial de 2.9 segundos y lograr la cifra de 350 km/h de velocidad tope. Una verdadera joya que es tratada como tal: con manos expertas, pisos inmaculados y todo el amor de casa.

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