Mazda 5: prueba a fondo

Publicado el 13/02/2011 20:15

UNIDAD PROBADA

Mazda5 AT, 292,990 pesos

 

NOS GUSTA

Puesta a punto del bastidor.

Practicidad del interior.

Relación valor/precio.

 

NOS GUSTARÍA

Algo más de potencia.

Frenos más resistentes.

Equipo de audio con mayor fidelidad y potencia.

 

Intimidades           

Los discos de freno tienen el mismo diámetro que en el sedán, a pesar del peso adicional del conjunto. Por eso fatigan pronto.

El equipo de audio es fácil de usar, pero la calidad de las bocinas es marginal. Tiene entrada auxiliar pero no USB.

Es 0.5 cm más larga que el Mazda3, 15 cm más alta y prácticamente igual de ancha.

La antena del radio está ubicada hacia la parte derecha del toldo, en lugar de ir centrada.

 

 

 

El segmento de las minivanes, al menos en nuestro mercado, iba prácticamente en caída libre, con ventas sistemáticamente a la baja y modelos abandonando el mercado a favor de una carrocería más popular, léase CUV o SUV. Ford y GM son buenos ejemplos, en donde sus Freestar y Uplander fueron reemplazadas por Flex (que no se vende en México) y Traverse, respectivamente.

 

Chrysler, Honda y Toyota fueron las únicas que se mantuvieron a la ofensiva, y gracias a un duro esfuerzo en diseño, tecnología, manejo, equipamiento y seguridad, lograron no sólo sobrevivir sino levantar las ventas de un tipo de vehículo que estaba casi muerto.

 

En esa misma tónica, Mazda hace lo propio al rediseñar profundamente a la 5, dejándola sola en un subsegmento (miniván compacta) en el que no compite directamente con nadie. Indirectamente puede pelear con Seat Altea XL, Mercedes Clase B y hasta con Honda Fit, cada uno con una interpretación distinta de un mismo tipo de carrocería: monovolumen o miniván.

 

COMO EL SAKE

El diseño de la Mazda5 es inconfundiblemente japonés, con una mezcla muy afortunada de trazos inspirados en los propios Mazda3 y 6, y de conceptos como Ryuga y Kazamai. Si bien es cierto que de frente se parece mucho a su hermano menor, basta con echar un vistazo a las nervaduras del costado y la parte posterior para entender su filosofía. De entrada parece muy aventurada pero es cuestión de un instante para comenzar a ver incluso anticuados al resto de sus contrincantes.

 

El interior es mucho más conservador que el exterior, llegando incluso a parecer minimalista por monocromático. Todo es negro y aunque no hay plásticos suaves, se nota una buena calidad en materiales y ensambles. No hay rebabas, vibraciones ni brillos molestos provenientes de ningún componente.

 

En materia de equipamiento no hay faltantes esenciales pero tampoco lujos. Tiene de serie climatizador automático, audio con entrada auxiliar y controles al volante, computadora de viaje, rines de aluminio de 16", sensor de reversa, luces de niebla delanteras, seis bolsas de aire y control de estabilidad. Completo aunque sin las pretensiones de las minivanes grandes: no hay puertas eléctricas, cámara de reversa, DVD con audífonos, piel, climatizador multizona, pero cumple con creces en este apartado.

 

DE LO MEJOR

Donde comienza a brillar la Mazda5 con luz propia es en cuanto a la configuración de los asientos y las posibilidades de carga. Y es que si bien el bastidor proviene del 3 –incluso mantiene la misma longitud total-, se ha estirado la distancia entre ejes unos 11 cm, con la finalidad de alojar la tercera fila de asientos que, si bien no está pensada para adultos de talla grande, servirá al menos para trayectos cortos o para acomodar a niños de hasta unos 10-12 años.

 

Pero sus atributos de practicidad no paran ahí, ya que también incluye puertas traseras corredizas al más puro estilo miniván, que además de facilitar las maniobras de carga y descarga, le permiten a la 5 acomodarse en lugares de estacionamiento relativamente reducidos.

 

Es para destacar que los cuatro asientos posteriores se pueden plegar completamente, dejando el piso plano y con una sorprendente capacidad que supera los 1,500 litros; además, los asientos de la segunda fila se pueden recorrer longitudinalmente, ampliando el espacio para piernas en las últimas plazas.

 

VIEJO CONOCIDO

Habiendo intimado profundamente en dos ocasiones ya con un par de Mazda3 en pruebas de largo plazo, el andar de la 5 nos pareció bastante conocido, fácil de llevar y muy obediente a nuestros requerimientos sentados frente al volante. De entrada, el hecho de tener exactamente la misma longitud que el sedán del que deriva –bueno, tiene 5 mm más-, facilita las maniobras de estacionamiento y permite un dominio total del vehículos en pocos minutos. Es algo más alta que el sedán, pero nada que obligue a tomar ninguna precaución al respecto.

 

Lo primero que sale a la luz es una buena calidad de marcha, que filtra bien las irregularidades del camino pero sin lancheos de ningún tipo. Seguramente la suspensión ha sido reforzada para soportar los aumentos de peso que tendrá que cargar el bastidor en relación al sedán: 155 kg sin pasajeros y hasta unos 300 extra a plena carga. El resultado es un andar cómodo y transparente, que en todo momento nos deja saber lo que sucede bajo las ruedas, apoyado por una dirección que si bien no es la más precisa que hayamos probado, resulta rápida para tratarse de una camioneta.

 

El tren motor también es bien conocido. Se compone de un cuatro cilindros en línea de 2.5 litros y sistema de apertura variable de válvulas que entrega 157 HP y 163 libras-pie de par motor, que en general parecen suficientes para mover sus poco más de 1,560 kg de peso. Como dato curioso, el mismo motor en el Mazda3 entrega 10 HP y 5 lb-pie adicionales; muy necesarios en la miniván circulando a plena carga. A este motor le acompaña una transmisión automática de cinco velocidades con modo manual que funciona bien a secas; aunque no es tan rápida ni proactiva, al menos sostiene la velocidad seleccionada sin hacer el cambio aunque lleguemos al corte de inyección.

 

Por su parte, el tacto de los frenos es correcto, con un pedal que no se hace esponjoso aún después de varias frenadas. No obstante, el sistema sí presenta fatiga aunque no lo castiguemos tanto. En la primera frenada desde 100 km/h necesitó de 45 metros, estirando a 48 en la tercera repetición. Finalmente, el consumo de combustible se quedó en 8 km/litro en ciudad, para llegar hasta casi 14 en carretera.

 

EL QUE PEGA PRIMERO…

Mazda no ha inventado el hilo negro con su miniván compacta, pero sí que se ha apoderado de un segmento de nicho que, bien explotado, le puede representar a la marca una participación de mercado muy interesante.

 

Es cierto que hay varios rivales de características similares, pero son, o bien más grandes y caros, o no tienen las puertas corredizas, o carecen de tercera fila  en menos de 4.6 metros de largo (no contamos a la Toyota Avanza en este caso porque se queda muy por debajo en potencia, refinamiento, tecnología, equipamiento, seguridad, diseño, etc.).

 

En este sentido la Mazda5 es un ejemplar único, que puede representar la alternativa ideal para una creciente familia que necesite espacio para seis, tenga un garage compacto, quiera ahorrar combustible y valore el equipamiento de seguridad por encima del suntuoso.

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